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Las ventosas ya se utilizaban antiguamente como un instrumento quirúrgico, también nuestras abuelas las utilizaban para combatir resfriados y otras afectaciones. De hecho, en numerosos lugares del mundo ya se utilizaba. Galeno e Hipócrates apostaron por sus beneficios. También la medicina árabe la utiliza desde hace miles de años. En Europa se empezó a utilizar en el siglo XIX.
La medicina tradicional china, la utiliza desde hace más de 2000 años, y hay datos escritos en libros de la dinastía Jin (265-420) explicando su utilización para conseguir movilizar los estancamientos de Xue (sangre) y de Qi (energía vital).
También se utiliza para expulsar agentes perversos como son el viento, la humedad y el frío que ha penetrado al interior. Y todo ello lo realiza a través del vacío que se origina en el interior de la ventosa cuando se aplica sobre la zona afectada. Si no se dispone de ventosas, se pueden utilizar tazas o vasos. A esta técnica, los ingleses le llaman “cupping” que viene de “cup” (taza). Por ese motivo en algunos lugares se le llama “la técnica de las tazas chinas” .
Inicialmente, los chinos utilizaban una especie de vasos realizados con la caña de bambú, aunque en la actualidad se utiliza unas ventosas de cristal o plástico a las que se les produce el vacío gracias a una pequeña bomba manual de aspiración. Evidentemente este método es más rápido, seguro y limpio sin perder efectividad.
La aplicación más común es la de dejar la ventosa unos 10-15 minutos sobre la zona y luego retirarla. Pero según las necesidades, también se pueden poner y quitar rápidamente, girar e incluso, hacerlas deslizar sobre la zona como sería en el caso del tratamiento de la celulitis.
A través de esta técnica se obtienen los siguientes resultados;
Activación del Xue (sangre) y del Qi (energía vital). Eliminación de agentes patógenos como el frío, humedad y viento. Efecto “revulsivo” pues crea una momentánea inflamación externa que combate a una interna. Efecto analgésico local. Mejora los tendones y las defensas. Crea una hiperemia local (aumento de la irrigación sanguínea) a la vez que obtiene un efecto relajante muscular.
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